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Plutarco.—Las vidas paralelas.

siendo amigo del Rey lo pasara tan mal. Viendo entonces Focion á un pobre anciano que pasaba por la calle con una capa mugrienta, les preguntó si le reputaban peor que aquél; y diciéndole los forasteros que no los tuviese en tan mal concepto: ««Pues ése, les repuso, vive con menos que yo, y está contento: finalmente, si no hago uso de todo ese dinero, en vano le tendré en mi poder; y si hago uso, me desacreditaré á mí mismo, y desacreditaré al Rey para con la república.»» De este modo volvió á salir de Atenas aquelia gran suma de dinero, haciendo ver á los Griegos ser más rico que el que la daba el que no la habia menester. Incomodóse Alejandro, y volvió á escribir á Focion, que no tenía por amigos á los que para nada se valian de él: mas ni aun así quiso Focion recibir el dinero; y sólo le pidió que pusiera en libertad al sofista Equecratides, á Atenodoro de Imbro, y á dos Rodios, Demarato y Esparton, presos por ciertas causas, y custodiados en Sardis. Dió al punto Alejandro la libertad á éstos, y enviando á Cratero á Macedonia, le dió órden para que de estas cuatro ciudades de Asia, Quio, Gerguita, Milasis y Elea, diese á Focion la que escogiese, haciéndole presente que se enfadaria mucho más si no la admilia; pero Focion no la admitió, y Alejandro murió muy en breve. Muéstrase todavía en el barrio de Melita la casa de Focion, adornada con algunas planchas de bronce, siendo en todo lo demas pobre y sencilla.

De las mujeres con quienes estuvo casado, de la primera no ha quedado escrita otra cosa sino que era hermano suyo el escultor Quefisodoto; pero la segunda no fué ménos recomendable entre los Atenienses por su honestidad y sencillez, que Focion por su probidad. Así sucedió en una ocasion, que asistiendo los Atenienses al espectáculo de una nueva tragedia, el actor que tenía que salir pidió al que daba la fiesta una máscara de reina y el acompañamiento de muchas damas magníficamente puestas; y como incomodado de que no se le daba lo que pedia dejase en sus-