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Plutarco.—Las vidas paralelas.

ron desanimando, resulló de uno y otro que desampararon vergonzosamente la causa de la libertad. Dirigió, pues, inmediatamente Antipatro sus fuerzas contra Atenas; y Demóstenes é Hipérides huyeron de la ciudad; pero Demades, que ningunos bienes tenía con que pagar las multas en que habia sido condenado, siendo siete las sentencias dadas contra él por haber hecho propuestas injustas, y á quien por haber incurrido con este motivo en infamia estaba prohibido el hablar al pueblo, contando entonces con la impunidad, escribió un decreto sobre enviar á Antipatro embajadores con plenos poderes. Concibió temor el pueblo; y llamando á Focion, á quien únicamente decia daba crédito, «pues si hubierais creido, repuso, lo que yo os aconsejaba, no deliberaríamos ahora sobre negocios tan dificiles.» Confirmóse al cabo el decreto, y fué enviado Focion á Antipatro, que estaba aposentado en el alcázar Cadmeo, y se disponia á marcbar sin detencion contra Atenas. Lo primero que aquél pidió fué que sin pasar de allí se habia de firmar la paz; á lo que como replicase Cratero no ser justo lo que Focion les proponia, queriendo que estándose allí de asiento gastaran y asolaran el país de los aliados y amigos, cuando podian aprovecharse del territorio de los enemigos, tomándole Antipatro por la mano, «hagamos, dijo, esta gracia á Focion;» pero en cuanto a las demas condiciones estipuló que los Atenienses habian de estar á las que ellos dictasen, como él habia estado en Lamia á las que dictó Leostenes.

Vuelto Focion á la ciudad, como los Atenienses por necesidad hubiesen convenido en lo tratado, regresó otra vez á Tebas con otros embajadores, habiendo sido elegido para ponerse al frente de ellos el filósofo Jenócrates: porque era tal su dignidad, su opinion y su fama de virtud entre todos, que se tenía por cierto que no podia haber tanta insolencia, tanta crueldad y tanto encono en corazon bumano, que con solo ver á Jenócrates no se convirtiera en respe-