esta causa los Atenienses, como Nicanor quisiese tratar con ellos en el Pireo, formándose consejo se presentó en él, confiando su persona á Focion. En tanto, Dercilo, geneneral de las tropas que estaban fuera de la ciudad, se propuso echarle mano, y habiéndolo él entendido se fugó, teniéndose desde luego indicios de que hostilizaria á la ciudad. Focion, á quien se hizo cargo de haber dejado ir á Nicanor y no haberle detenido, respondió que habia hecho confianza de Nicanor, sin temer de él ningun mal he cho; y que aun cuando así no fuese, más quería pasar por ofendido y por burlado, que por ofensor y por injusto.
Esto, mirado con relacion á Focion sólo como persona particular podría tenerse por un rasgo de honradez y generosidad; pero cuando iba en ello la salud de la patria, y debia considerar que era un general y un magistrado, no sé si era reo para con sus conciudadanos de haber violado un derecho más trascendental y más antiguo. Porque no podia tampoco decirse que Focion se abstuvo de echar mano á Nicanor por miedo de meter á la ciudad en una guerra, y que pretexto la conflanza y la justicia, para que avergonzado éste se contuviera y no ofendiera á los Atenienses:
pues en realidad de verdad lo que pudo más con él fué la confianza en Nicanor, á quien ya sindicaban y acusaban muchos de que amenazaba al Pireo, reunía fuerza de extranjeros en Salamina, y andaba sobornando á algunos de los que habitaban en el mismo Pireo; y con todo se desentendió de estas voces, y no sólo no les dió crédito, sinc que habiéndose decretado, á propuesta de Filomedes de Lampra, que todos los Atenienses se pusieran sobre las armas y estuvieran á las órdenes del general Focion, descuidó el cumplimiento, hasta que pasando Nicanor sus tropas de Muniquia al Pireo, empezó á circunvalarle.
En vista de esto se sobresaltó Focion, y recibió un desprecio cuando quiso conducir contra Nicanor el ejército de los Atenienses. Llegó al mismo tiempo con tropas Alejan-