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Plutarco.—Las vidas paralelas.

dos á ella, á él solo le consideraba digno, y con gusto le dispensaria este favor. Respondiéndole Caton que aquello más era una celada y un insulto que un favor, montó ya Clodio en cólera, y con aire desdeñoso le dijo: «pues si no lo tienes por favor, habrás de ir contra tu voluntad;» y presentándose inmediatamente ante el pueblo, hizo sancionar por ley la mision de Caton. Para marchar no le aprestá nave, Bi tropa, ni ministros, sino sólo dos escribientes, de los cuales uno era un ladronzuelo malvado, y el otro un cliente del mismo Clodio. Mas como todavía le pareciese que habían de darle poco que hacer Chipre y Tolomeo, le encargó además que restituyese los desterrados de Bizancio, queriendo tener lejos de sí á Caton por el más largo tiempo que fuese posible durante su tribunado.

Puesto en esta necesidad, exhortó á Ciceron, viendo que le babia de ser forzoso salir, á que no moviera tumulto alguno, ni envolviera de nuevo á la ciudad en las calamidades de una guerra civil; sino que se acomodara al tiempo y fuera otra vez quien salvara la patria. Para los negocios de Chipre bizo que se adelantara uno de sus amigos llamado Canidio, y por su medio persuadió á Tolomeo á que sin baLalla cediera; pues que no se le dejaria carecer ni de comodidades ni de honores, sino que el pueblo le daria el sacerdocio de la Diosa que se venera en Páfos. En tanto él se detuvo en Rodas, tomando disposiciones y esperando la respuesta; pero al mismo tiempo Tolomeo, el rey de Egipto, por cierto enfado y disputa que tuvo con los ciudadanos, se babia salido de Alejandría, y se encaminaba á Roma con el objeto de que Pompeyo y César lo restituyeran otra vez con la correspondiente fuerza; mas queriendo hablar con Caton, lo envió á llamar, esperando que vendria á él; pero hacia la casualidad que Caton se hallaba purgado, y envió á decir á Tolomeo que si queria verle fuese adonde se hallaba. Fué; y como ni le saliese á recibir, ni se levantase á su llegada, sino que le saludase como á un particular 1 !