gido en Chipre para la república, sin que se le hubiese dado ni un caballo ni un soldado, tanto caudal, cuanto no había traido nunca Pompeyo de tantas guerras y triunfos, habiendo revuelto el mundo. Y que nunca habia pensado contraer afinidad con éste, no porque no le creyese muy digno, sino por ser de distinta opinion y conducta en la administracion de los negocios públicos. «Porque yo, dijo, habiéndoseme dado el mando de una provincia para despues de la pretura, la he renunciado; pero aquél toma y retiene para si unas, y otras las da á los de su partido; y ahora ha prestado una fuerza de seis mil legionarios á César para la guerra de la Galia. Y estas tropas ni os las pidió á vosotros, ni ahora las ha enviado con vuestro consentimiento; sino que fuerzas tan considerables, las armas y los caballos son obsequios y retribuciones de unos particulares. Tiene los títulos de emperador y general; pero los ejércitos y las provincias los da å otros, y él se está de asiento en la ciudad, preparando tumultos para los Comicios de elecciones y contínuos alborotos, con los que no se nos oculta que quiere abrirse camino á la dominacion por medio de la anarquía.»» Asi se defendió Caton de las acriminaciones de Pompeyo. Habia un Marco Favonio, amigo y apasionado suyo por el modo con que se refiere haberlo sido Apolodoro Falareo del antiguo Sócrates; y le inflamó y conmovió este discurso, no ligera y blandamente, sino en términos de hacerle salir fuera de sí como un embriagado ó un loco.
Este, pues, pedia en una ocasion el cargo de edil, é iba de vencida; pero hallándose presente Caton observó que todas las tablillas de los votos estaban escritas de una misma mane; y descubriendo aquel mal manejo, bizo anular la eleccion por medio de los tribunos de la plebe. Nombrado despues edil, Caton fué quien atendió á todo lo queera del cargo de esta magistratura, y quien ordenó los espectáculos en el treatro, dando á los de la escena coronas