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Plutarco.—Las vidas paralelas.

no de oro, sino de acebuche, como en Olimpia; y los presentes no fueron costosos, sino que á los Griegos les dió zanahorias, lechugas, rábanos, y peras; y á los Romanos jarros de vino, tocino, higos, cohombros y haces de leña. Lo extraño y barato de estos presentes para unos fué motivo de risa, y para otros de placer, viendo que la austeridad y rigor de Calon recibia ya alguna mudanza bácia la blandura y festividad. Por fin, mezclándose Favonio entre la muchedumbre, y sentado entre los demas concurrentes, aplaudia á Caton, y gritaba que recompensara y honrara á los que se distinguian: así, uniéndose con los espectadores en estas demostraciones, daba bien á entender que habia cedido á aquél todas sus facultades. En el otro teatro el colega de Favonio, Curion, daba sus juegos con gran lujo; pero los espectadores lo abandonaban y se pasaban allá, para celebrar á Favonio, que bacia el papel de particular, y á Caton, que representaba el de presidente del espectáculo. Condújose de esta manera para quitar importancia á estos cuidados, manifestar que las cosas de juego se han de tomar por lo que son y se han de desempeñar con cierta gracia y naturalidad, más bien que con suntuosos gastos y aparatos y poniendo gran diligencia y esmero en cosas que no lo merecen.

Presentáronse de allí á poco á pedir el consulado Escipion, Hipseo y Milon; y como empleasen no sólo las injusticias conocidas ya, y puede decirse ingénitas, á saber, la corrupcion y los sobornos, sino las armas, las muertes y todo género de violencia, precipitando la república temeraria y osadamente en la guerra civil, deseaban algunos que presidiese Pompeyo los Comicios; á lo que al prin cipio se opuso Caton, diciendo que no habia de venirles por Pompeyo la seguridad á las leyes, sino por las leyes á Pompeyo: pero prolongándose la anarquía por largo tiempo, y teniendo sitiada la plaza pública á cada momento tres ejércitos, de modo que estuvo en muy poco el que 1