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CATON EL MENOR.

alzando entonces la voz Caton, les dijo estar ya sucediendo lo que les tenía pronosticado, pues que César abiertamente usaba de violencia, empleando una fuerza que habia conservado con engaños, y haciendo mofa de la república; pero á la parte de afuera nada adelantó, estando el pueblo empeñado en engrandecer á César; y aunque al Senado lo convenció, éste tuvo temor del pueblo.

Cuando se anunció que César habia tomado á Arimino, y que con su ejército se dirigia contra la ciudad, todos entonces se volvieron á mirar á Caton, el pueblo y Pompeyo, como al único que habia conocido al principio, y habia manifestado abiertamente cuáles eran las ideas de César; y él les dijo: «Pues si alguno de vosotros, oh ciudadanos, hubiera dado crédito á lo que siempre estuve pronosticando y aconsejando, ni ahora temeríais á un hombre solo, ni en un hombre solo tendríais vuestras esperanzas.»» Reponiendo á esto Pompeyo, que si Caton habia tenido más tino profético, él había obrado con más amistad, aconsejó Caton al Senado que la suma de los negocios la encomendara á sólo Pompeyo, pues era propio de los mismos que causaban grandes males el hacerlos cesar. Pompeyo, pues, no teniendo tropas prontas, ni viendo gran decision en los soldados que acababa de reciutar, se salió de Roma: y Catoa, que tenía resuelto seguirle y acompañarle, á su hijo menor lo envió á Brecios á poder de Munacio, conservando el mayor á su lado. Atendiendo, pues, al cuidado de su casa, y de sus hijas que se lo rogaban, volvió á recibir otra vez á su mujer Marcia, que habia quedado viuda con cuantiosos bienes, porque Hortensio á su fallecimiento la habia dejado por heredera. Este fué para César uno de los principales capítulos de acriminacion y difamacion contra Caton, atribuyéndole en este hecho miras de codicia y de bajo interes: «Porque já qué propósito, decia, despachar la mujer cuando la habia menester á su lado, y volverla á recibir despues cuando no la necesitaba, si desde el princi-