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Plutarco.—Las vidas paralelas.

pio no pasó aquella mujerzuela á poder de Hortensio como un cebo, para darla jóven, y volver á recobrarla rica?»» Pero á esto se aplican muy oportunamente aquellos versos de Eurípides:

Primero improbaré lo que es un crimen Decirio ó suponerlo; ¿y cuál más grande Que de cobarde motejar á Alcides?

Porque efectivamente sería lo mismo que motejar á Hércules de timido, acusar á Caton de avaro; y si se hizo bien 5 mal en tornar á este casamiento, por otra parte ha de examinarse; pues inmediatamente que Caton celebró su segundo matrimonio con Marcia, le hizo entrega de su casa y de sus hijas, y él se fué en seguimiento de Pompeyo.

Dícese que desde aquel dia ni se cortó el cabello, ni se hizo la barba, ni tomó corona, sino que conservó hasta la muerte, fuesen vencedores ó vencidos, un mismo tenor de duelo, de afliccion y abatimiento sobre las calamidades de la patria. Tocóle entónces por suerte la Sicilia, y marchó á Siracusa; pero sabiendo que Asinio Polion, de la faccion enemiga, habia llegado con tropas á Mesena, le escribió pidiéndole razon de aquel viaje. Fuéle pedida á su vez por Polion de la mudanza hecha en las cosas de la república, y como al mismo tiempo entendiese que Pompeyo dejaba enteramente la Italia, tenía sus reales en Dirraquio, prorumpió en la expresion de que habia grande error é inconstancia en las cosas divinas: pues que había sido invencible Pompeyo miéntras no habia hecho nada saludable y justo, y ahora cuando queria salvar la patria y combatir por la libertad, lo abandonaba su próspera fortuna. Dijo, pues, que bien tenía fuerzas para arrojar á Asinio de la Sicilia, pero que viniendo en socorro de éste más tropas, no queria que la isla se perdiese en aquella guerra. Por lo que aconsejando á los Siracusanos que se arrimaran al vence-