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CATON EL MENOR.

dor y se salvaran, salió de la Sicilia. Llegado donde se hallaba Pompeyo, siempre se mantuvo en el mismo dictámen de que no se dieran largas á aquella guerra con esperanzas de que se hiciese la paz, y no queriendo que la república, quebrantada en tan injusta contienda, sostenida contra si misma, llegara á lo sumo de los males, encomendando al hierro la decision de su suerte. Otros consejos hermanos de éste dió á Pompeyo y á sus asesores, persuadiéndoios á que se decretase que ninguna ciudad de las sujetas á la república sería saqueada, ni ningun Romano muerto fuera de las filas; lo que le granjeó gran reputacion, y atrajo á muchos al partido de Pompeyo, conducidos de su equidad y mansedumbre.!

Enviado al Asia para que ayudara á los que estaban encargados de allegar naves y gente, llevó consigo á su hermana Servilia, y á un hijo pequeño que esta habia tenido de Lúculo, porque le había seguido, logrando con esto borrar en gran parte la pota de su inmoderada conducta, pues que se habia sujetado voluntariamente al cuidado, á los viajes y al austero método de vida de Caton; y, sin embargo, César no dejó á pretexto de la hermana de lanzar dicterios contra Caton. Parece que los generales de Pompeyo en las demas partes no habian tenido necesidad del auxilio de aquél; pero á los Rodios él fué quien los atrajo con su persuasion; y dejando en aquella ciudad á Servilia y al niño, volvió á unirse con Pompeyo, que ya tenía un brillante ejército y una numerosa escuadra. En esta ocasion puso Pompeyo bien de manifiesto cuáles eran sus ideas: porque habia resuelto dar á Calon el mando de las naves, que las de guerra no bajaban de quinientas, y los trasportes, las de avisos y barcos rasos no tenian número; pero habiendo recapacitado luego, ó sido advertido por sus amigos de que para Caton no habia más que un punto capital, y era el de libertar á la patria de toda dominacion, y que por lo mismo, si se ponian á su disposicion tantas