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Plutarco.—Las vidas paralelas.

fuerzas, en el dia que vencieran á César, en aquel mismo trataria de que Pompeyo depusiera las armas y se sujeLara á las leyes, mudó de determinacion, sin embargo de que ya lo habia comunicado á aquél; y nombró á Bíbulo general de la armada. Mas, sin embargo, no observó que por eso se hubiese enlibiado la amistad de Caton hácia él.

Y aun se dice que para una batalla ante Dirraquio exhortó Pompeyo á las tropas, y quiso que cada uno de los generales les dirigiese la palabra para inflamarlos; y ejecutado así, los soldados los escucharon en silencio, y sin hacer el menor movimiento; pero hablándoles Caton despues de todos de los objetos propios del momento, segun lo que acerca de ellos enseña la filosofia, de la libertad y la virtud, de la muerte y de la gloria, mostrándose interiormente conmovido, y habiendo vuelto al concluir su discurso á la invocacion de los Dioses, como que se hallaban presentes y eran testigos de aquel combate, levantóse tal griteria, y fué tan grande la conmocion del ejército, que todos los caudillos, llenos de las mayores esperanzas, corrieron denodados al peligro. Cuando llevaban derrotados y batidos á los enemigos, el génio de César les arrebató el complemento de la victoria, valiéndose de la nimia circunspeccion de Pompeyo y de su sobrada desconfianza, segun que en la Vida de éste lo tenemos escrito. Alegrábanse los demas, y celebraban este suceso; pero Caton lloraba sobre la patria, y maldecía la funesta y malhadada ambicion de mando, por la que veia á muchos excelentes ciudadanos muerlos á manos unos de otros.

Cuando para perseguir á César despues de esta accion movió Pompeyo bácia la Tesalia, dejó en Dirraquio gran cantidad de armas, de efectos y de personas próximas ó allegadas, y constituyó por caudillo y guarda de todo á Caton, no dándole, sin embargo, más que solas quince cohortes de soldados, por la desconfianza y miedo con que le miraba; porque sabía que si él era vencido, ninguno le se-