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Plutarco.—Las vidas paralelas.

los senadores, y se dirigió solo á ellos: los cuales se le mostraron agradecidos, rogándole que en todo lo demas se valiera y dispusiera de ellos con entera conflanza; pero si no eran Catones, ni tonian el espíritu de Caton, compadeciera su debilidad. Dijéronle además que estaban resueltos á enviar quien suplicase á César, siendo su principal y primer ruego á favor del mismo; y que si no fuesen atendidos, no admitirian la gracia que se les dispensase, sino que pelearian por él miéntras les durase el aliento.

Caton, agradeciendo su buena voluntad, dijo que en cuanto á sí mismos y á su propia salud convenia no perdieran tiempo en hacer sus ruegos, mas que por él no pidieran, porque las súplicas son de los vencidos, y las excusas de los que han agraviado; y él, no sólo se habia conservado invicto por toda su vida, sino que habia vencido hasta donde habia querido, habiéndose sobrepuesto á César en las cosas honestas y justas, siendo éste el cautivo y el sojuzgado; porque ahora estaban bien claros y manifiestos los criminales proyectos que habia negado tener contra la república.

Despues de tenida esta conferencia con los trescientos, se retiró, y dándosele aviso de que César estaba ya en camino con todo su ejército: «¡Hola, dijo, conque nos tiene por hombres!»» Y vuelto á los senadores, les rogó que no se detuviesen, sino que se salvasen, miéntras todavía permanecian allí los de caballería. Cerró las demas puertas, y desde la única que daba al mar distribuyó las embarcaciones á los que estaban bajo su mando, cuidando del órden que habían de llevar, precaviendo toda injusticia, disipando las rencillas, y dando para el viaje a los que carecian de medios. Marco Octavio, que mandaba dos legiones, vino á poner sus reales cerca de Utica, y habiendo enviado quien dijese á Caton que deseaba se aclarase quién entre los dos habia de tener el mando, á él nada le respondió; pero á sus amigos les dijo: ¿Y nos admiramos cómo se ha per-