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CATON EL MENOR.

á leer en el libro, diciéndose que lo pasó todo dos veces.

Despues se recogió y durmió un sueño tan profundo, que se le oia de la parte de afuera. Y como á la media noche, llamó á sus libertos Cleantes, que era médico, y Bulas, de quien principalmente se valia para los encargos relativos al gobierno. Envióle, pues, al mar para que informándose de si todos se habían embarcado, volviera á decirselo, y al médico le alargó la mano, que estaba manchada del golpe que habia dado al esclavo, para que se la vendara:

cosa que hizo muy á gusto de todos, poque parecia indicio de querer vivir. A poco volvió Butas anunciando que todos los demas se habian dado á la vela, y sólo Craso se había quedado por cierta ocupacion, nada más que en cuanto no estar embarcado; y que era grande la tormenta y viento que agitaba el mar. Suspiró Caton at oirlo por compasion de los que se haltaban embarcados, y otra vez mandó á Butas á la ribera para que si alguno habia dado la vuelta por faltarle alguna cosa, le trajese el aviso. Cantaban ya los gailos, y se recogió otro poco para dormir; pero volviendo Butas, y diciéndole que había la mayor quietud en el puerto, le mandó que cerrara la puerta, y se puso en el lecho como para descansar lo que restaba de la noche; mas luego que salió Butas, desenvainando la espada, se la pasó por debajo del pecho, y no habiendo tenido la mano bastante fuerza por la hinchazon, no pereció al golpe, sino que cayó de la cama medio moribundo é hizo ruido por haber derribado una caja de instrumentos geométricos que estaba inmediata; con lo cual habiéndolo sentido los esclavos, empezaron á gritar, y acudieron inmediatamente el hijo y los amigos. Viéndole bañado en sangre, y que tenia fuera las entrañas, todos se conmovieron lerriblemente, y el médico, que tambien habia entrado, como las entrañas estuviesen ilesas, procuró reducirlas y cerrar la herida; pero luego que Caton volvió del desmayo y recobró el sentido, apartó de sí al médico, se rasgó otra vez la herida