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Plutarco.—Las vidas paralelas.

dicho de uno de sus antiguos reyes: que nunca los Lacedemonios acerca de los enemigos preguntan cuántos son, sino dónde están.

Fué de allí á poco en anxilio de los Eleos, á quienes los Aqueos hacian la guerra; y alcanzando á éstos cerca del monte Liceo, cuando ya se retiraban, desordenó y desbarató todo su ejército, dando muerte á muchos, y tomando gran número de cautivos: habiendo corrido por la Grecia la voz de haber muerto Arato en la batalla; pero éste, sacando el mejor partido posible de aquella situacion, en seguida de la derrota marchó á Mantinea, cuando nadie lo esperaba; tomó la ciudad, y se aseguró en ella. Decayeron con esto enteramente de ánimo los Lacedemonios, y tenian á raya á Cleomenes en punto á guerra; por lo cual dispuso ilamar de Mesena al hermano de Agis, Arquidamo, á quien tocaba reinar por la otra casa, esperando que se debilitaria el poder de los Eforos, si la autoridad real se ponia con él en equilibrio estando completa; pero habiéndolo entendido los que antes habían dado muerte á Agis, temerosos de llevar su merecido si Arquidamo volvia, le recibieron en la ciudad, en la que había entrado de oculto, y áun le acompañaron; pero inmediatamente le quitaron la vida: o contra la voluntad de Cleomenes, segun siente FiJarco, ó cediendo á los amigos, y abandonando á su odio al mismo que habia hecho venir: porque á ellos fué siempre á quienes aquella atrocidad se atribuyó, pareciendo que habian hecho violencia á Cleomenes.

Determinóse, sin embargo, á llevar al cabo la mudanza proyectada; para lo que alcanzó con dádivas de los Eforos que le permitieran salir á campaña; y tambien trató de ganar á otros muchos ciudadanos por medio de su madre Cratesiclea, que gastó y obsequió con profusion. Más es, que no pensando ésta en volverse á casar, se dice que á persuasion del hijo tomó por marido á uno de los más principales en gloria y en poder. Moviendo, pues, con su