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Plutarco.—Las vidas paralelas.

errado Tiberio en anteponer su muerte á la de semejante mujer, la cual no admitió el matrimonio del rey Tolomeo, que partia con ella la diadema y la pedia por mujer; y permaneciendo viuda, perdió todos los demas hijos, á excepcion de una hija que casó con Escipion el Menor, y los dos hijos Tiberio y Cayo cuya vida escribimos; á los que dió tan esmerada crianza, que con ser, á copfesiop de todos, los de mejor indole entre los Romanos, áun parece que se debió más su virtud á la educacion que á la naturaleza.

Pues que en la semejanza de los Dioscuros, en sus imágenes pintadas ó esculpidas se nota alguna diferencia que indiea ora lo luchador, ora lo corredor de caballos, y de la misma manera en el grande aire que se daa estos jóvenes en el valor y modestia, en la liberalidad, en la elocuencia y en la elevacion de ánimo, todavía salen y se notam en sus hechos y manera de gobierno grandes desemejanzas; me parece que no será fuera de propósito que preceda s explicacion. En primer lugar, en las facciones del rostro, en el mirar y en los movimientos, Tiberio era dulce y reposado; y Cayo fogoso y vehemente: tanto, que para bablar en público el uso permanecia sosegado en el mismo sitio, y el otro fué el primero de los Romanos que empezé á dar pasos en la tribuna, y á desprenderse la toga del hombro; al modo que se refiere de Cleon el Ateniense haber sido el primero de aquellos oradores que se desprendia el manto y se golpeaba el muslo. En segundo lugar, el estilo de Cayo era acalorado y cargado de afectos con tendencia á lo terrible, y el de Tiberio más dulce y más propio para mover á la compasion. En la diccion el de éste ara puro y trabajado con estudio; el de Cayo persuasivo y florido. Del mismo medo en cuanto al órden de vida y á la mesa, Tiberio pareo y sencillo, y Cayo, si se le comparaba con los demas, sobrio y austero; pero mirada la diferencia con el hermano, lujoso y delicado: así es que Druso le afeó