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Plutarco.—Las vidas paralelas.

VĪDAS PARALELISentre los que pereció el orador Dares. A Cayo Vilio lo encerraron en una javia, y echando en ella viboras y calebras, de este modo lan istumano io mataron. Blasio de Camas fué presentado á los consales: y preguntado sobre los hechos ocurridos, dijo que todo lo habia ejecutado de orden de Tibero; y replicándole Nasica: ¿Y si Tiberio te hubiera mandado poner fuego al Capitolio? Al principio so contest sino que Tiberio no podia mandar semejante cosa; pero como muchos le repitieseu la pregunta: «Si lo hubiera mandado, dijo, lo hubiera tenido por bien hecho; porque Tiberio no lo habría dispuesto sino por ser útil al pueblo.» Librúse entónces de esta manera; y marchando despues al Asia al lado de Aristonico, cuando las cosas de este tuvierou mal término, se quitó la vida.

El Senado para sosegar al pueblo, como las circunstancias lo pedian, ya no hizo oposicion ninguna al repartimiento de tierras; y ántes propuso que se eligiera otro repartidor en lugar de Tiberio. Tomando, pues, las tablillas, eligieron á Publio Craso, pariente de Graco: porque su bija Licinia estaba casada con Cayo, y aunque Cornelio Nepote dice que la que casó con Cayo Graco no faé hija de Craso, sino de Bruto, el que triunfó de los Lusitanos, los más refieren lo que dejamos escrito. Estaba el pueblo irritado con la muerte de Tiberio, y se echaba bien de ver que esperaba oportunidad de vengarse; además de que ya empezaban á moverse causas á Nasica: temiendo, pues, el Senado por su persona, decreló, sin que hubiera objeto alguno, enviarlo al Asia. Porque los ciudadanos siempre que se encontraban con él, no ocultaban su displicencia, y ántes la mostraban á las claras, llamándole en voz alta, cuando la ocasion se les presentaba, malvado y tirano, manchado con la muerte de una persona inviolable y sagrada, y violador del más santo y venerable templo entre todos los de la ciudad. Hubo, pues, de salir Nasica de la Italia, sin embargo de que debieran detenerle las ocupa-