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Plutarco.—Las vidas paralelas.

do de su haber, y que no se reclutara para el servicio á los menores de diez y siete años; otra federal, que daba á los babitantes de la Italia igual voz y voto que á los ciudadanos; otra alimenticia, para dar á los pobres los víveres á precio cómodo; y otra, finalmente, judicial, que fué con la que principalmente quebrantó el poder de los Senadores.

Porque ellos solos juzgaban las causas, y por esta razon eran terribles á la plebe y á los caballeros; y Cayo añadió trescientos del orden ecuestre á los trescientos Senadores, é hizo que los juicios fueran en union y promiscuamente de seiscientos ciudadanos. Para hacer sancionar esta ley tomó con gran diligencia sus medidas: de las que fué una el que siendo ántes costumbre que todos los oradores hablasen vueltos hacia el Senado y hácia el llamado comicio, entonces por la primera vez salió más afuera, perorando hácia la plaza; y en adelante lo hizo así siempre: causando con una pequeña inclinacion y variacion de postura una mudanza de grandísima consideracion, como fué la de convertir en cierta manera el gobierno de aristocracia en democracia, con dar á entender que los oradores debian poper la vista en el pueblo, y no en el Senado.

No sólo sancionó el pueblo esta ley, sino que le dió i él mismo la facultad de elegir los jueces del órden ecuestre, con lo que vino á ejercer una especie de autoridad monárquica; tanto, que áun el Senado sufria el haber de tomar de él consejo; y siempre en sus dictámenes le proponia lo que le estaba mejor. Como fué aquella determinacion tan justa y benéfica acerca del trigo que envió de España el pro—cónsul Fabio, porque persuadió al Senado que se vendiera el trigo, y el precio se enviara á las ciudades, reconviniendo á Fabio de que hacía á los pueblos dura é insufrible la dominacion romana; cosa que le adquirió en las provincias gran crédito y benevolencia. Propuso asimismo leyes para que se enviaran colonias, se hicieran caminos, y se construyeran graneros. De todas estas obras