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DEMOSTENES.

poner muchas veces su talento y habilidad en manos de la fortuna. Porque en las oraciones que pronunció usó sin duda de más osadía y desenfado que en las escritas, si hemos de creer á Eratostenes, á Demetrio Falereo y á los cómicos, de los cuales Eratostenes dice que muchas veces en las oraciones se ponia como fuera de si; y Falereo, que pronunció poseide de entusiasmo aquel juramento en metro, que dice:

Por la tierra, las fuentes, rios, mares.

De los cómicos, uno le llama ropoperpentra, ó vanilocuo; y otro, motejándole de que usaba de antítesis, dice: «Del mismo modo la recobró que la cobró, porque fué muy del gusto de Demóstenes este modo de decir:» á no que Antifanes hubiese querido aludir á la oracion sobre la isla de Haloneso, acerca de la que aconsejaba & los Atenienses, no que la cobraran, sino que la recobraran de Filipo.

En cuanto á Demades, todos convienen en que entregado á su genio, era invencible, y que hablando de pronto, confundia todo el cuidado y prevenciones de Demóstenes; y Ariston de Quio refiere el juicio de Teofrasto acerca de los oradores: porque preguntado qué le parecia Demóstenes, respondió: «digno de la ciudad;» ¿y qué tal Demades?

«sobre la ciudad.» El mismo filósofo reflere que Polieucto de Esfecia, uno de los que por entonces tenian parte en el gobierno de Atenas, le habia manifestado que Demóstenes era perfectísimo orador, pero que la elocuencia de Focion tenía más nervio, porque en pocas palabras encerraba gran sentido; y del mismo Demóstenes se cuenta que cuantas veces se levantaba Focion para contradecirle, vuelto á sus amigos solia decir: «Ya está ahí el hacha de mis discursos.» Esto no se sabe si Demóstenes lo aplicaba á la elocuencia de aquel hombre ilustre, ó á su conducta y opinion; por estar persuadido de que una sola palabra,