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Plutarco.—Las vidas paralelas.

corona de oro, les mostró una fáguila, que puesta sobre la cabeza de Alejandro se encaminaba recta á los enemigos; lo que infundió grande aliento á los que la vieron, y con este motivo, exhortándose unos á otros, la falange aceleró el paso para seguir á la caballeria, que de carrera marchaba al combate. Antes de trabarse éste entre los de la primera línea ciaron los bárbaros, y se les perseguia con ardor, procurando Alejandro impeler los vencidos bácia el centro, donde se hallaba Darío; porque le habia visto de léjos, haciéndose observar por entre los de vanguardia colocado en el fondo de la tropa real, de bella presencia y estatura, conducido en un carro alto, y defendido por numerosa y brillante caballería, muy bien distribuida alrededor del carro, y dispuesta á recibir ásperamente á los enemigos; pero pareciéndoles Alejandro terrible de cerca, é impeliendo éste los fugitivos sobre los que se mantenian en su puesto, llenó de terror y dispersó á la mayor parte. Los esforzados y valientes, muriendo al lado del Rey, y cayendo unos sobre otros, eran estorbo para el alcance, aferrándose aún en esta disposicion á los bombres y á los caballos. Darío, viendo ante sus ojos toda especie de peligros, y que venian sobre él todas las tropas que tenía delante, como no le fuese fácil hacer cejar ó salir por algun lado el carro, sino que las ruedas estaban atascadas con tantos caidos, y los caballos, detenidos y casi cubiertos con tal muchedumbre de cadáveres, tenian en agitacion y despedian al que los gobernaba, abandonó el carro y las armas, y montando, segun dicen, en una yegua recien parida, dió á huir; y es probable que no babria escapado, á no haber venido otros ayudantes de parte de Parmenion implorando el auxilio de Alejandro, per mantenerse alli todavía considerables fuerzas y no acabar de ceder los enemigos. Generalmente se tacha á ParmeLion der andado desidioso é inactivo en esta batalla, bien r "que la edad le hubiese disminuido los brios,