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ALEJANDRO.

que reino de allí á poco, hizo á Seleuco el presente de quinientos elefantes, y con un ejército de seiseientos mil hombres corrió y sojuzgó toda la India. Al principio de enojo y de rabia se retiró Alejandro á su tionda, y alli permanecia encerrado, diciendo que nada agradecia lo antes hecho si no pasaba el Ganges, y que miraba aquella retirada como una confesion de inferioridad y vencimiento.

Mas representándole sus amigos lo que convenia, y rodeando los soldados su tienda con lamentos y voces para hacerle ruegos, condescendió por fin, y levantó el campamento, habiendo recurrido, para hacerse ilusion acerca de su gloria, á arbitrios necios é invenciones extrañas:

porque hizo labrar armas mucho mayores, y pesebres y frenos para los caballos de mucbo mayor peso, y los fué dejando y esparciendo por el camino. Erigió tambien aras de los dioses, á los que áun el dia de hoy veneran los reyes de los Prasios, trasladándose á aquel sitio, y ofreciéndoles sacrificios á la usanza griega. Androcolo, que era entonces muy jóven, vió á Alejandro, y se refiere haber dicho despues muchas veces que no estuvo en nada el que Alejandro se hubiera hecho dueño de todo, por el desprecio con que era mirado el Rey á causa de su maldad y de su ruin origen.

Formó entonces Alejandro el proyecto de ir desde alli á ver el mar exterior; y construyendo muchos trasportes y lanchas navegaba con sosegado curso por el rio. Mas no por eso era el viaje descansado y sin peligro: pues saltando en tierra y acometiendo a las ciudades, lo iba sujetando todo. Sin embargo, en los llamados Malios, que se dice ser los más belicosos de la India, estuvo en muy poco el que no pereciese. Porque á saetazos retiró á aquellos habitantes de la muralla, y puestas las escalas, subió á ella el primero; pero habiéndose roto la escala, colocados los bárbaros al pié del muro, le causaron desde abajo diferentes heridas; mas él, sin embargo de tener muy poca gente