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Plutarco.—Las vidas paralelas.

era, y por mucho tiempo estuvo sin articular nada; mas vuelto con dificultad en su acuerdo, dijo que se llamaba Dionisio, y era natural de Mesena; que traido allí por mar con motivo de cierta causa y acusacion, había estado en prision mucho tiempo; y que muy poco ántes se le habia aparecido Serapis, le habia quitado las prisiones, y conduciéndole á aquel sitio, le habia mandado tomar la estola y la diadema, sentarse y callar.

Cuando esto oyó Alejandro, lo que es del hombre aquel dió fin, como los agoreros se lo proponian; pero decayó de ánimo y de esperanzas con respecto á los Dioses, y empezó á tener á todos los amigos por sospechosos. Temia principalmente de parte de Antipatro y sus hijos; de los cuales Iolas era su primer escanciador, y Casandro hacía poco que habia llegado; y habiendo visto á unos bárbaros hacer el acto de adoracion, como hombre que se habia criado al estilo griego, y nunca habia visto cosa semejante, se echó á reir desmandadamente; de lo que Alejandro concibió grande enojo, y asiéndole por los cabellos, le dió de testeradas junte å la pared. En otra ocasion, queriendo Casandro hablar contra unos que acusaban á Antipatro, le interrumpió, y qué dices? le preguntó; crees tú que hombres que no hubieran recibido ningun agravio habian de haber andado tan largo camino para calumniar?» y replicándole Casandro que esto mismo era señal de que calumniaban, tener tan lejos la redargucion y el convencimiento, se echó á reir Alejandro; y estos mismos son, le dijo, los sofismas de Aristóteles para argüir por uno y por otro extremo: tendreis que sentir como se averigue que les habeis agraviado en lo más mínimo.» Dicese, por fin, que fué tal y tan indeleble el miedo que se infundió en el ánimo de Casandro, que largos años despues, cuando ya reinaba en Macedonia y dominaba la Grecia, paseándose en Delfos y viendo las estatuas, al poner los ojos en la imágen de Alejandro, se quedó repentinamente pasmado,