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Plutarco.—Las vidas paralelas.

á Caton y á Cátulo les llegó su vez: porque estos lo contradijeron con esfuerzo, y dando Caton en su discurso valor y cuerpo á la sospecha contra César, y altercando resueltamente con él, los reos fueron mandados al suplicio, y á César, al salir del Senado muchos de los jóvenes que hacian la guardia á Ciceron, sacando contra él las espadas, le detuvieron; pero se dice que á aquel tiempo Curion, cubriéndole con la toga, le libertó de sus golpes; y que el mismo Ciceron, habiéndose vuelto los jóvenes á mirarle, los retrajo por señas, ó por temor del pueblo, ó porque realmente no tuviese por justa aquella muerte. Y si esto fué cierto, no sé cómo Ciceron no hizo de ello mencion en el escrito sobre su consulado: lo cierlo sin embargo es, que despues se le culpó de no haber sabido aprovechar la ocasion que contra César se le presentó por demasiado temor al pueblo, que protegía entonces á César con el mayor empeño. Así es, que habiéndose éste presentado en el Senado de allí á pocos dias, y hecho su apología por las sospechas contra él formadas, lo que no se verificó sin peligrosas agitaciones, como la sesión del Senado durase más tiempo que el que era de costumbre, acudió el pueblo con grande gritería, y cercó la curia, reclamando á César, y mandando que lo dejaran salir. De aquí nació que temeroso el mismo Caton de las innovaciones á que podrian prestar apoyo los ciudadanos más miserables, que eran los que acaloraban á la muchedumbre, teniendo en César toda su esperanza, persuadió al Senado que les distribuyese trigo por meses; con lo que los demas gastos anuales de la re pública se aumentaron en cinco cuentos y quinientas mil dracmas; pero tambien esta disposicion disipó notoria mente por lo pronto aquel gran temor, y debilitó en tiempo el desmedido poder de César, que iba á ser pretor, y hubiera inspirado mayor miedo á causa de esta magistratura.

No produjo esta sin embargo ninguna turbacion, y ántes.