barse en allegar caudal, cosa que cuesta mucho cuidado y Irabajo, por haber hecho la riqueza inútil y áun despreciable. La tierra se la cultivaban los llotes, los cuales les pagaban el canon establecido. Halándose un viajero esparciata en Atenas á tiempo que estaban reunidos los tribunales, y sabiendo que uno á quien se babia impuesto la pena de los holgazanes se retiraba apesadumbrado, acompañándole sus amigos, que lambien to sentian, pedia á los que se hallaban presentes que lte mostraran un hombre tcusado por una causa tan hberal: ipor tan propios de esclavos tenian el afan en las obras mecánicas y la codicia! De pleitos fué consiguiente que saliesen con salir del di- Rero, no pudiendo haber entre ellos ni avaricia ni miseria; gozando todos de abundancia en la igualdad, y manteniéndose con poco por su parsimonia. Las danzas, los regocijos, los convites y los pasatiempos de la caza, el gimnasio y las tertulias ocupaban toda su vida cuando no militaban.
Los que no. tenian treinta años no bajaban nunca á la plaza, sino que por medio de sus parientes y amadores bacian los acopios que habian menester. En los ancianos ara tambien mal visto detenerse mucho tiempo en estas ocupaciones, y no gastar lo más del dia en los gimnasios y en las tertalias, que hemos dicho las llamaban lescas: porque reunidos en éstas se entretenian bonestamente unos con otros, sin acordarse de nada que condujese á aumento de caudal 6 á gananeia mercantil, sino que su principal ocupacion consistia ó en alabar una accion honesta, 6 en vituperar una cosa torpe, por juego, y con una risa que era maravillosamente útil para el aviso y la correccion; pues dun el mismo Licurgo no fué un hembre nimsamente severo, ántes refiere Sosibio que hızo el simulacro de la risa, introduciéndola oportunamente, como un lenitivo del tra- • bajo y de su género de vida, en los convites y en aquellos pasatiompos. En general, acostumbró á los ciudadanos á