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Plutarco.—Las vidas paralelas.

salutaciones y otros cumplimientos: de manera que los Romanos llegaron á tranquilizarse; y habiéndolo oido Antonio, pensó en descender más á la llanura, por decirse que el camino por las montañas carecia de agua. Cuando iba á ponerlo en ejecucion, llegó al campamento uno de los enemigos llamado Mitridates, sobrino de aquel Moneses que se acogió á Antonio, y á quien éste hizo la donacion de las tres ciudades. Pidió que fuera á hablar con él alguno que supiera explicarse en la lengua pártica ó siriaca; y ejecutándolo Alejandro de Antioquia, que era amigo de Antonio, le descubrió quién era, y poniendo aquel favor á cuenta de Moneses, le preguntó si veia aquellos montes continuados y altos allá léjos; respondió que sí los veia. «Pues al pié de aquellos, le dijo, están en acecho los Partos con un grande ejército: porque tras aquellos montes hay grandes . llanuras, y esperan acabar en ellas con vosotros, llevándoos allá engañados con haceros dejar el camino de los montes. En este teneis sed y trabajo, cosas ya conocidas; pero si Antonio marcha por aquél, sábete que le aguarda la misma suerte que á Craso.» Dicho esto, se retiró; y Antonio, encontrándose en gran perplejidad y confusion, hizo llamar á sus amigos y al Arabe que le servia de guia, el cual pensaba de aquella misma manera: pues áun sin enemigos, sabía que aquellas llanuras carecian de senda cierta, y eran muy expuestas á perderse y andar errantes en ellas; cuando el atajo no ofrecia otra dificultad que la de haber de carecer de agua por una jornada. Mudando, pues, de propósito, marchó por este camino en aquella misma noche, mandando que se proveyesen de agua. Faltábanles á muchos las vasijas, por lo que llenaron de agua los morriones, y algunos hasta la tomaron en las pieles con que se cubrian. Cuando ya estaban en marcha, tuvieron de ello aviso los Parlos, y contra su costumbre se pusieron á perseguirlos de noche; y al salir el sol alcanzaron á los últimos, que se hallaban