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Plutarco.—Las vidas paralelas.

oir al filósofo, y mayor presteza y diligencia para seguir la virtud, como el mismo Platon lo dejó escrito y los hechos lo testifican. Porque con haber sido educado bajo el tirano en costumbres oscuras, y avezádose á una conducta sujeta y tímida, á hacerse servir con orgullo, á un lujo desmedido y á un método de vida propio de quien hace consistir lo honesto en los placeres y en la satisfaccion de los deseos, no bien llegó á probar el fruto de la razon y de una filosofía adiestradora á la virtud, cuando al punto se inflamó su espíritu, y gobernándose por su excelente disposicion á lo bueno, con ánimo sencillo y juvenil esperó que en Dionisio haria igual impresion la misma doctrina; y así trabajó y se afanó porque éste, quitando algun tiempo á los negocios, acudiera tambien á oir á Platon.

Llegado el caso de que lo oyese, el filósofo habló en general de la virtud; trató despues largamente de la fortaleza, para probar que los tiranos de todo tienen más que de fuertes; y como convirtiendo luégo su discurso á la justicia hiciese ver que sólo es vida feliz la de los justos, y la de los injustos infeliz y miserable, no pudo ya el tirano aguantar aquellos discursos, creyéndose reprendido; y se incomodó con los que se hallaban presentes, porque le oian con admiracion y se mostraban encantados de su doctrina. Por último, irritado le preguntó con enfado, qué era lo que queria con su venida á Sicilia; y como le respondiese que buscaba un hombre de bien, le replicó el tirano: «Pues á fe que parece que todavía no lo has encontrado.» Creyó Dion que el enojo no pasaria más adelante, y se dió priesa á acompañar á Platon á una galera que conducia á la Grecia al esparciata Polis; pero Dionisio habia enviado reservadamente quien rogara á Polis, como objeto principal, que diera muerte á Platon; y si esto no, que no dejara de venderlo; pues que ningun daño le haria, sino que siendo justo, sería igualmente feliz en medio de la servidumbre. Dicese, por tanto, que Polis llevó á Platon á Egi-