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Plutarco.—Las vidas paralelas.

amante de su marido y llena de prudencia y cordura, no se resolvió a preguntar á éste acerca de su secreto, sin haber hecho ántes en sí misma la siguiente prueba. Tomó una navaja de aquellas con que los barberos cortan las uñas, y habiendo hecho retirar del dormitorio á todas las criadas, se hizo en el muslo una cortadura profunda, tanto, que fué muy grande el flujo de sangre que se siguió, y se le levantaron vivos dolores y violenta fiebre de resulta de la herida. Angusliábase Bruto y lo sentia profundamente, mientras Porcia en lo más recio de su incomodidad le babló de esta manera: «Yo, Bruto, siendo hija de Caton vine á tu casa, no como las concubinas á participar sólo de tu lecho y de tu mesa, sino á participar tambien de tus satisfacciones y de tus pesares. Por lo que hace á tí, no tengo de qué quejarme; pero de mi parte, ¿qué prueba ó qué retribucion te puedo dar, si ni siquiera divides conmigo tus secretos, y un cuidado que al parecer exige fidelidad? Bien sé que la naturaleza femenil es débil para poder guardar secreto; pero alguna fuerza tienen, oh Bruto, la buena educacion y el honesto trato. En mi con ser bija de Caton se reune el ser mujer de Bruto; y si ántes podia desconfiar de poder corresponder á estos títulos, ahora ya estoy cierta de que áun al dolor soy invencible. Y al decir esto le muestra la herida y le refiere la prueba que habia hecho.

Quedó Bruto pasmado, y tendiendo las manos pidió á los Dioses le concedieran salir bien de la empresa, y comparecer como marido digno de Porcia, tomando despues disposicion para la curacion de aquella heróica mujer.

Convocado un senado, al que no se dudaba asistiria César, se determinaron á que en el fuese la ejecucion, porque allí podrían estar juntos sin hacerse sospechosos, y se hallarian presentes los mejores y más distinguidos ciudadanos; y efectuado aquel gran designio, al punto declararian restablecida la libertad. Hasta el lugar parecia designado por los Dioses, y que les era favorable, porque era