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Plutarco.—Las vidas paralelas.

manos la toga de los hombros, y Casca faé el primero, porque se hallaba á la espalda, que desenvainando el pañal le dió una herida poco profunda en el hombro. Ecbóle mano César á la empuñadura, y dando un grito le dijo a lengua latina: «Malvado Casca, ¿qué haces? Y éste, lla mando á su hermano, le pedia en griego que le socorriere.

Herido ya de muchos, miró en rededor queriendo apartar los; pero cuando vió que Bruto alzaba el puñal contra él soltó la mano de que tenía asido á Casca, y cubriéndose cabeza con la toga, entregó el cuerpo á los golpes. Hiriéronle sin compasion, empleándose contra su person muchos puñales, con los que se lastimaron unos á otros, tanto que Bruto recibió una herida en una mano, queriendo concurrir á aquella muerte, y todos se mancharos de sangre.

Muerto César de esta manera, Bruto, saliendo medio del salon, quiso hablar para contener al senado, procurando tranquilizarle; pero éste huyó en desórden, y en la puerta hubo gran confusion, atropellándose unos á otros siu que nadie los persiguiese ni los impeliese, porque los conjurados tenian firmemente resuelto no dar muerte á ninguno otro, sino llamar y restituir á todos los ciudadanos á la libertad. Y al principio, cuando empezaron á tra tar del proyecto, á todos los demas les habia parecido conveniente acabar despues de César con Antonio, hombre inclinado á la tiranta, insolente, y que se habia formado cierto poder por medio de su trato y familiaridad con los soldados; y más que con su osadía natural y su ambicion reunia entonces la dignidad del consulado, siendo colega de César; pero Bruto se opuso á este pensamiento, alegando primero que no era justo, y recurriendo en segundo lugar á la esperanza de que podia mudar, porque no desconfiaba de que siendo Antonio de buena indole, ambicioso y amante de gloria, quitado el estorbo de César, querria cooperar á la libertad de la patria, excitado á lo honesto