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Plutarco.—Las vidas paralelas.

frialdad y condensacion consume macho alimento; ó porque cierto soplo delgado y tease que despide la nieve al deshacerse, coria el emerpo y descompone el calor que está difondido por todo él, pues i el sudor se dice que proviene del calor que se apaga en la superficie al encontrarse con el frio. Mas de estas cosas hemos tratado con mayor detencion en otros escritos.

Estando Bruto á peato de desfallecer, sin que hubiese nadie que pudiera alargarle algun alimento, se vieron los que le acompañaban en la precision de acogerse al auxilio de los enemigos, y llegándose á las puertas, pidieron pan á los de la guardia. Estos, al oir lo que había sucedido á Bruto, fueron á presentársele, llevándole qué comer y qué beber, en recompensa de lo cual cuando tomó la ciudad, no sólo trató á éstos con singular humanidad, sino á todos por amor de ellos. Cayo Antonio, al pasar cerca de Apolonía, llamó para que se le reaniesen á los soldados que all tenía; pero como éstos se habian incorporado á Bruto, y entendió que los Apoloniatas eran asimismo de su partido, sin tocar en la ciudad se encaminó á la de Butroto. Perdió en primer lugar en aquella jornada tres cohortes destrozadas por Bruto, y queriendo despues arrojar á los que ha bian tomado ciertos puestos cerea de Bilida, para lo que trabó combate con Ciceron, fué de él vencido; porque éste fué el caudillo de quien se valió entónces Bruto, y por su medio obtuvo ventajas en diferentes encuentros. Sorprendiendo despues á Cayo en estado de tener esparcidas sus fuerzas en lugares pantanosos, no permitió que se le acometiera estando solo á la vista con la caballería, y dando orden de que no se le molestara, pues que dentro de poco habrian de contarse entre los suyos, lo que efectivamente sucedió, porque se entregaron ellos mismos, y entregaron el pretor, con lo que Bruto llegó á reunir considerables fuerzas. Por bastante tiempo mantuvo á Cayo en sus honores, sin quitarle las insignias de su autoridad, no obstante