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BRUTO.

otoño, se llenaban las tiendas de lodo y agua que luego se congelaba por el frio. Cuando tal era su situacion, les llegaron nuevas del descalabro que sus soldados habian sufrido en el mar; porque viniéndole á César tropas de Italia en bastante número, las naves de Bruto las habian acometido y destrozado, y los pocos hombres que habian podido salvarse de las manos de los enemigos, acosados del hambre, se mantenian de las velas y las maromas de junco. Oida esta noticia, se apresuraron á hacer que una batalla decidiese, ántes que entendiera Bruto cuánto Labia mejorado su suerte, porque en un mismo dia se habian dado ambos combates, el de tierra y el de mar, y más bien por accidente que por maldad de los caudillos de las naves, ignoraba Bruto aquella victoria, sin embargo de mediar ya veinte dias; porque seguramente no se habria arriesgado á la segunda batalla teniendo hechos abundantes acopios de víveres para el ejército, hallándose situado en lo mejor del país, de manera que su campamento estaba al abrigo del invierno, y no podia ser fácilmente forzado por los enemigos; y dándole grandes esperanzas y mucho ánimo el hallarse dueño del mar, y haber vencido por tierra con el ejército de su mando. Sino que siendo ya indispensable la monarquia por no sufrir el estado de las cosas públicas el mando de muchos, Dios, que quería quítar y remover el único estorbo que se oponia al que podía apoderarse de la autoridad, interceptó el camino al conocimiento de aquel próspero suceso, áun fallándole muy poco para llegar á Bruto: porque estando ya decidido al combate, el día antes por la tarde se pasó del ejército enemigo un tal Clodio, diciendo que César, noticioso de haber sido derrotada su escuadra, precipitaba la batalla; pero no se dió crédito á este anuncio, ni el que le hacía fué presentado á Bruto, por mirarle todos con desprecio, diciendo que ó lo habria oido mal, ó lo habria inventado para ha blarles segun su gusto.

tomo v.
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