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Plutarco.—Las vidas paralelas.

En aquella misma noche se dice haberse vuelto á pre sentar á Bruto aquel espectro, y que habiéndose aparecido de la misma manera, nada dijo, sino que luego se retiró; pero Publio Volumnio, hombre dado á la filosofía, y que desde el principio militó con Bruto, no habla de semejante prodigio, aunque dice que la primer águila se llenó de abejas; que el brazo de uno de los guias despidió sin causa conocida olor de esencia de rosa, y aunque se le lavó y limpió muchas veces, nada se adelantó; y que antes de la misma batalla se combatieron dos águilas en el espacio que mediaba entre las dos huestes, estando toda la llanura en increible silencio, y todos mirándolo; y cedió y se retiró la que estaba á la parte de Bruto. Fué tambien muy sonado entonces lo del Etiope, que abierta la puerta dió de frente con el alférez que conducia la primer águita, y que fué hecho pedazos por los soldados con las espadas para desvanecer el agüero.

Sacó en orden de batalla su hueste, y formándola al frente de los enemigos, se detuvo largo tiempo, porque al revistar el ejército concibió sospechas y se le hicieron denuncias contra algunos; y observó además que los de caballeria no estaban muy prontos para dar principio al combate, sino que siempre era su ánimo esperar á ver cuál sería el porte de la infanteria. En tanto, uno de los militares más distinguidos, premiado sobresalientemente por su valor, se apea del caballo al lado del mismo Bruto, y se pasa á los enemigos: llamábase Camulato. Mucha pesadumbre recibió Bruto al verlo; y ya con el enojo, ya con el recelo de mayores mudanzas y traiciones, marchó sin más dilacion contra los enemigos, cuando ya el sol tocaba en la hora nona; y por su parte vencia, yendo adelante y cargando él á la izquierda de los enemigos que ciaban, con lo que los de caballería se alentaron, acometiendo juntamente con la infantería á los que empezaban á desordenarse; pero como los caudillos extendiesen la otra ala para que no