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BRUTO.

fuese envuelta de los enemigos, á los que era inferior en número, quedó con esto descubierto el centro, y siendo más débil, no pudo resistir al choque contrario, sino que fué el primero en dar á huir. Los que lo cortaron, envolvieron al punto al mismo Bruto, que con la mano y el consejo, en medio de lo más crudo de la pelea, hizo las más insignes obras de soldado y de general para alcanzar la victoria; pero le perdió en esta ocasion lo mismo en que tuvo ventaja en la anterior balalla; porque entonces el ala vencida de los enemigos al punto se perdió loda, mas de los soldados de Casio que fueron puestos en fuga, murieron pocos, y los que se salvaron, habiendo quedados timidos y medrosos con la derrota, comunicaron su desaliento é indisciplina á la mayor parte del ejército. En esta division, Marco, el hijo de Caton, peleando y trabajando entre los jóvenes más ilustres y esforzados, no huyó ni se rindió, sino que obrando con la mano, mostrando quién era, y llamándose á sí mismo con el nombre paterno, cayó muerlo entre muchos cadáveres de enemigos. Murieron con él muchos buenos, poniéndose delante en defensa de Bruto.

Habia entre los amigos de éste un tal Lucilio, hombre de la mayor probidad, el cual, viendo que unos soldados de la caballería de los bárbaros no hacian cuenta de los demas, y con empeño seguian á Bruto, se propuso servirles á todo riesgo de estorbo en sus conatos; y hallándose á espaldas de ellos á corta distancia, les dijo que él era Bruto, y se lo hizo creible con rogarles que lo condujeran ante Antonio, por cuanto temia á César, y en aquél conflaba. Celebrando ellos el encuentro, y teniéndolo á la mayor fortuna, le conducian allá, aunque ya era de noche, enviando delante algunos de los mismos que anticiparon á Antonio la noticia. Celebrólo tambien éste, y marchó á encontrarse con los que se le traian. Corrieron allá asimismo cuantos llegaron á entender que traian vivo á Bruto; unos compadeciendo su suerte, y otros creyendo indigno de