Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo V (1880).pdf/265

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
267
ARTAJERGES.

habian de entregárselos que le dijesen: «Con estas preseas te premia el Rey por haberle presentado los arreos del caballo de Ciro que te encontraste.» Pidiéndole asimismo recompensa aquel do Caria que dió á Ciro en la pierna la he rida de que murió, previno á los que se la llevaban le dijesen en la propia forma: «Este regalo te lo hace el Rey por segundas albricias, porque el primero fué Artasuras, y despues de él tú le anunciaste la muerte de Ciro.» Mitridates, aunque disgustado, recibió su regalo y nada dijo; pero al miserable Cario le sucedió lo que comunmente padecen los necios, porque deslumbrado con los bienes presentes, pensó que podia subirse á mayores, y desdeñando recibir lo que se le daba como albricias, se mostró ofendido, protestando y grilando que ninguno otro que él habia muerto á Ciro, é injustamente se le privaba de aquella gloria.

Cuando se lo dijeron al Rey, se irritó sobremanera y mandó que le cortasen la cabeza; pero la madre, que se hallaba presente: «No has de ser lú, oh Rey, le dijo, quien se dé con esto por satisfecho respecto de este abominable Cario, sino que de mí recibirá una recompensa digna de lo que ha tenido el arrojo de decir.» Habiéndoselo otorgado el Rey, dió órden Parisatis á los ejecutores de la justicia para que tomando bajo su poder aquel hombre, lo atormentaran por diez dias, y sacándole despues los ojos, le echaran en los oidos bronce derretido hasta que así falleciese.

Al cabo pereció tambien malamente Mitridales de allí á poco tiempo por su indiscrecion; pues convidado á un banquete, al que asistieron los eunucos del Rey y de su madre, se presentó en él engalanado con el vestido y alhajas de oro que aquél le habia dado. Cuando ya estaban cenando, le dijo el eunuco de más valimiento entre los de Parisatis:

Bellísimo es, oh Mitridates, ese vestido que te dió el Rey; bellísimos igualmente los collares y demas adornos; pero más precioso el alfange. ¡Ciertamente que te hizo venturoso y célebre entre todos!» Mitridates, que ya tenía la ca-