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Plutarco.—Las vidas paralelas.

b PLUTARCO. LAS VIDAS PARALELASsalza entonces la gloria de las alabanzas ajenas, sino que haciendo un cuerpo de sus hazañas y las de éstos, los celebra como autores de su linaje y de su conducta. Este es el molivo de haberte enviado la Vida que he escrito de Arato, tu conciudadano y tu progenitor, del que tú no desdices, ni en la gloria propia ni en el uso del poder; no porque tú no hayas trabajado desde el principio por conocer con la mayor puntualidad sus hechos, sino con el objeto de que tus hijos Polícrates y Pitocles se formen sobre los ejemplares domésticos, ora oyendo y ora leyendo lo que deben imitar, por cuanto no es de quien ama la virtud, sino de quien está enamorado de sí mismo, el tenerse siempre por mejor que los otros.

La ciudad de Sicione, habiendo perdido su pura y dórica aristocracia, cayó, como cuando la armonía se desconcierta, en las sediciones y competencias de los demagogos, y no dejó de andar doliente é inquieta sin hacer más que mudar de tiranos, hasta que dada muerte á Cleon, eligieron por primeros magistrados á Timóclidas y Clinias, varones los más aventajados en gloria y poder entre aqueBos ciudadanos. Cuando parecia que ya el gobierno había tomado alguna consistencia, murió Timóclidas; y Abántidas, hijo de Paseas, que meditaba usurpar la tiranía, dió muerte á Clinias, y de sus amigos y deudos á unos los desterró y á otros los dió muerte. Hacía asimismo diligencias por quitar la vida á Arato su hijo, que quedaba de edad de siete años; pero este niño, escabulléndose entre los demas que huian y andando por la ciudad errante y medroso, destituido de todo amparo, sin que él supiese cómo, se eniró en casa de una mujer, hermana de Abántidas y casada con Profanto, hermano de Clinías, llamada Soso. Esta, naturalmente de indole generosa, y creyendo además que algun Dios habia llevado aquel niño á guarecerse en su casa, lo oculto en ella, y despues á la noche lo envió cautelosamente á Argos.