mor de sus ojos que no sufre la concurrencia de la luz, sino que entre los hombres hay tambien talentos é ingenios que en las cosas claras, y como quien dice pregonadas, pierden fácilmente la serenidad, y en las empresas reservadas y ocultas proceden con seguridad y decision; siendo causa de esta anomalia la falta de criterio filosófico en aquellas buenas indoles que llevan la virtud como fruto natural y espontáneo sin ciencia ni cultivo, lo que se demostraria mejor con ejemplos.
Arato, despues que incorporó su persona y su ciudad en la liga de los Aqueos, se hizo apreciar de los magistrados, militando en la caballería, por su subordinacion y obediencia; pues con haber puesto en la sociedad partes tan principales como su propia gloria y el poder de su patría, se preslo siempre á servir como cualquiera ciudadano particular bajo las órdenes del que ejercia la autoridad entre los Aqueos, ora fuese Dimeo, ora Tritense, ó de otra ciudad más pequeña. Trajéronle tambien de parte del rey Tolomeo en donativo la cantidad de veinticinco talentos: tomólos el mismo Arato, y en seguida los entregó á sus conciudadanos pobres, ya para otros objetos, ya para rescatar los cautivos.
Estaban los desterrados implacables, incomodando sin cesar á los que poseian sus bienes; y como la ciudad se hallase muy expuesta á una sedicion, no viendo esperanza sino en la amistad y humanidad de Tolomeo, emprendió un viaje de mar para rogar á este rey le facilitase algunas cantidades con que poder conseguir una transaccion. Dió, pues, la vela de Metone sobre Malea, creyendo hacer con suma presteza la travesía; pero cediendo el piloto á un viento recio y al grande oleaje que se levantó en el mar, con dificultad pudo llegar y tomar puerto en Adria, que á la sazon era enemiga, porque estaba dominada de Antigono que tenia en ella guarnicion. Apresuróse, pues, á huir, y dejando la nave se apartó léjos del mar, no llevando con-