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ARATO.

sigo más que á uno sólo de sus amigos llamado Timantes.

Meliéronse en un sitio rodeado de maleza, donde tuvieron una mala noche, y en lanto ya se habia presentado el comandante de la guardia, buscando á Arato; pero la familia le engañó, estando prevenida que dijese que al punto habia huido embarcándose para la Eubea. Los efectos que conducia la nave y los esclavos los declaró por de enemigos, y la ocupó. No se pasaron muchos dias cuando estando Arato en el mayer apuro, le trajo la suerte una nave romana que fué á dar al sitio donde acudía, unas veces á atalayar, y otras á guarecerse. Hacía esta nave viaje á la Siria, y embarcándose en ella, persuadió al capitan á que lo condujese hasta la Caria. Condújole, y otra vez corrió no pequeños peligros en el mar: de la Caria tuvo una larga navegacion al Egipto, donde se avistó con el Rey, que le miraba con inclinacion por haberle obsequiado con pinturas y tablas de la Grecia, de las que juzgaba Arato con bastante inteligencia; y recogiendo y adquiriendo contínuamente las más acabadas y primorosas, especialmente de mano de Pánfilo y Melanto, se las enviaba.

Porque florecia aún la gloria del primor y de la buena pintura sicionia, como que era la única en que no se habia alterado lo bello; tanto, que aquel tan admirado Apeles se trasladó á Sicione y compró en un talento el poder vivir con aquellos ciudadanos, reconociéndose más bien necesitado de participar de su gloria que de su arte. Por tanto, habiéndo quitado Arato, luego que libertó á esta ciudad, todos los retratos de los tiranos, en cuanto al de Aristralo, que vivió en la era de Filipo, estuvo indeciso mucho tiempo; porque fué pintado Arístrato por todos los de la escuela de Melanto al lado de un carro que conducia una victoria, habiendo puesto tambien la mano Apeles en aquella pintura, segun refiere el geógrafo Polemon. Era obra muy para mirada, hasta tal punto que el mismo Arato se doblaba ya por consideracion al arte; pero arrebatado