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Plutarco.—Las vidas paralelas.

otra vez de su odio á los tiranos, por fin dió órden de que tambien se destruyese. Entonces se cuenta que el pintor Nealces, amigo de Arato, le suplicó y lloró; y como no lo moviese, le dijo que estaba bien hiciera la guerra á los tiranos, pero no á cuanto les tocase: «dejemos, pues, continuo, el carro y la victoria, que en cuanto á Arístrato yo te daré el gusto de que se retire del cuadro.» Dado por Arato el permiso, borró Nealces la figura de Arístrato, y en su lugar solo pintó una palma, sin atreverse á poner ninguna otra cosa; y se refiere que del Arístrato borrado quedaron los piés confundidos bajo el carro. Era, pues, tenido en estimacion Arato por la causa que hemos dicho, y cuando se le conació de cerca, aun ganó en la intimidad del Rey, de quien recibió el donativo de ciento cincuenta talentos.

De éstos trajo consigo desde luego cuarenta al Peloponesoy haciendo partidas de los restantes, se los fué enviando despues el Rey poco a poco.

á Fué cosa grande, sin duda, proporcionar á los ciudadanos una suma tan crecida de dinero, que una parte pequeña de ella alcanzada de los reyes por otros generales ó demagogos, bastó para impelerlos á cometer injusticias, bacer bajezas y entregar sus patrias; pero fué mucho mayor la transaccion y concordia que por medio de aquel dinero se negocio de los pobres para con los ricos, y la salvacion y seguridad que resultó para todo el pueblo. Mas tambien fué admirable la moderacion de este insigne varon en tan gran poder, porque habiendo sido nombrado árbitro pacificador y dueño él solo para todos los negocios y depen'dencias de los desterrados, no lo consintió, sino que él mismo se agregó otros quince ciudadanos, con los cuales á costa de gran trabajo y de muchas diligencias consiguió establecer y afirmar entre los ciudadanos la paz y amistad, por los cuales méritos no sólo le tributó los correspondientes honores la universalidad de los ciudadanos, sino que separadamente los desterrados le erigieron una