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ARATO.

licitud para ver cómo con algun engaño se le arrebataria á los que de él eran dueños, ya que el usar de medios directos estaba fuera de toda esperanza. Muerto, pues, por él mismo con hierbas, segun se cree, Alejandro, que era el que entonces le ocupaba, como Nicea su mujer se hubiese apoderado de los negocios y tuviese en custodia el Acrocorinto, al punto envió á ella solapadamente á su hijo Demetrio, y dándole dulces esperanzas de casar con un rey, y de tener á su lado á un jóven apreciable, siendo ella de más edad, de este modo la sedujo valiéndose del hijo como de un cebo. Mas viendo que no por esto abandonaba aquel importante punto, sino que lo guardaba siempre con cuidado, haciendo como que no le interesaba, sacrificó por sus bodas en Corinto, dió espectáculos, tuvo convites cada dia como pudiera hacerlo el que más relajara su ánimo con juegos y entretenimientos entre placeres y obsequios.

Cuando le pareció tiempo, habiendo de cantar Amebeo en el teatro, acompañó él mismo á Nicea, que era conducida al espectáculo en una litera régiamente adornada, alegre y contenta con aquellas honras, y muy distante de lo que iba á suceder. Llegados que fueron al punto donde se toma la vuelta para el monte, le dijo que se adelantasen al teatro, y dejándose de Amebeo y de la celebridad de la boda, Be encamina al Acrocorinto más aprisa de lo que su edad requería; y encontrando cerrada la puerta, la hiere con su vara, mandando que le abran, y los de adentro le abren pasmados y sorprendidos. Apoderado de este modo de aquel puesto, no pudo irse á la mano, sino que con el gozo se puso por juego á beber en los cantones y en la plaza entre las tañedoras, adornado con coronas las sienes; y un hombre ya anciano y tan experimentado en las mudanzas de fortuna se entregó á francachelas, dando la diestra y abrazando á cuantos encontraba: ¡de tal manera conmueve y saca de quicío el ánimo, aún más que el pesar y el temor, la alegría que no es moderada por la razon!