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ARATO.

los arreos de oro de su mujer, y los empeñó á Egías por aquella suma. Era tal su magnanimidad, y tan ardiente su amor á las acciones loables, que sabiendo haber sido Timox y Epaminondas de todos los Griegos los que mayor opinion de justos se habian granjeado por haberse negado á admitir grandes dones, y no haber sacrificado al dinero lo honesto, no se detuvo en gastar secretamente en objetos en que él sólo peligraba por todos los ciudadanos, los cuales ni siquiera tenian noticia de lo que emprendia. Porque ¿quién no admirará y no tomará interes áun ahora en la elevacion de ánimo de un hombre que con tan crecida suma compraba el mayor peligro, y empeñaba las que se tienen por más preciosas alhajas para meterse de noche entre los enemigos y poner á riesgo su vida, no teniendo de aquellos á quienes favorecia más prenda que la esperanza de una accion honesta sin ningun otro premio?

La empresa, que de suyo era arriesgada, la hizo más peligrosa lodavía una equivocacion que se padeció á los primeros pasos; porque Tecnon el esclavo de Arato fué enviado á que con Diocles se hiciera cargo del sitio, y él nunca antes se habia visto personalmente con Diocles, sino que habia formado idea de su figura por las señas que Ergino le habia dado, teniéndole por de cabello encrespado, moreno y todavía imberbe. Yendo, pues, al lugar aplazado, esperó á Ergino que habia de acudir con Diocles á las inmediaciones de la ciudad, poco más acá del sitio llamado Ornis. En esto el hermano mayor de Ergino y Diocles, llamado Dionisio, que nada sabla de aquel designio, ni era por Lanto del secreto, pero que se parecia á Diocles, acertó á pasar casualmente por allí. Tecnon, guiado de la semejanza al conocimiento de las señas, le preguntó si tenía alguna relacion con Ergino; y como respondiese que era bermano, enteramente se persuadió Tecnon de que hablaba con Diocles; y sin preguntarle el nombre ni esperar á más pruebas, le da la diestra, le habla de lo tratado con Ergino, y le