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ARATO.

frió una derrota junto á Cafias. Pareció quo entonces habia procedido con sobrado arrojo y encono; mas para eso luego de tal manera se entorpeció y dió de mano á los negocios y á las esperanzas, que con ofrecerle muchas veces oportunidad los Etolios, sufrió y llevó con indiferencia que estuvieran como banqueteando en el Peloponeso con la mayor osadía y desvergüenza. Tendiendo, por tanto, otra vez las manos á la Macedonia, atrajeron y mezclaron en los asuntos de la Grecia á Filipo, no siendo la menor parte para ello su amor y confianza hácia Aralo, pues esperaban que para todo le hallarian dócil y pronto.

Entonces por la primera vez Apeles y Megaleo con otros palaciegos empezaron á cizañear contra Arato, y seducido el Rey, se puso en la junta electoral de parte de la faccion contraria, procurando que los Aqueos nombraran general á Eperato; pero como luego le despreciasen completamen Le, y separado de los négocios Arato nada saliese bien, conoció Filipo su yerro, decidió se otra vez por Aralo haciéndose todo suyo; y yendo prósperamente los negocios para su poder y su gloria, se entregó enteramente á él, como que le debia su esplendor y sus aumentos. Parecia, pues, á todos que Arato no sólo era un provechoso preceptor para la democracia, sino que para la monarquía tambien; porque su conducta y sus costumbres aparecian como un color particular en cuanto el Rey hacía. Así la blandura de este jóven para con los Laccdemonios que le habian ofendido; su afable trato con los Cretenses, con el que en pocos dias se atrajo toda la isla; y su expedicion contra los Etolios, que fué sumamente pronta y activa, si á Filipo le adquirieron la gloria de la docilidad, á Arato le conciliaron la de la buena direccion. Creció por lo mismo la envidia en la familia del Rey, y viendo que nada adelanlaban con sus calumnias ocultas, abiertamente le escarnecian é insultaban en los festines con el mayor descaro é insolencia, y áun en una ocasion le persiguieron á pedra-