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Plutarco.—Las vidas paralelas.

braria sucesor. La tropa era seguro que veria con más gusto nombrado á Oton que á cualquier otro.

Cogióle todavía entre consultas y dudas el rompimiento de Germania, porque en general la soldadesca aborrecia á Galba por no darles el donativo; y aquellos pretextaban como motivos particulares el que se tuviese ignominiosa• mente arrinconado á Verginio Rufo; que se hubiesen hecho gracias á los Galos que contra ellos pelearon, y que hubiesen sido castigados cuantos no se unieron á Vindex, que era el único á quien Galba se mostraba agradecido, y á quien honraba despues de muerto, haciendo líbaciones públicas en su memoria, dando á entender que á él le dehia haber sido proclamado emperador de los Romanos.

Siendo estas las conversaciones que sin ninguna reserva se tenían en el campamento, vino el dia primero del primer mes, al que los Romanos llaman las calendas de Enero, y congregándolos Flaco para el juramento que es costumbre hacer al emperador, al paso echaron al suelo las imágenes de Galba, y las pisaron; y jurando por el Senado y pueblo romano, se disolvió la reunion. En esto empezaron los jefes á temer como rebelion aquel estado de anarquía, y uno de ellos dijo: «¿En qué pensamos, oh camaradas, no nombrando otro emperador, ni defendiendo al que lo es, como si nuestro intento fuese, no el negar la obediencia á Galba, sino en general no querer emperador ni ser mandados? A Hordeonio Flaco, que no es más que una sombra é imágen de Galba, es preciso dejarlo á un lado; pero á un dia de camino de aquí está el caudillo de la otra Germania, Vitelio, hijo de un padre que fué censor, cónsul tres veces, y en cierta manera colega de Claudio César en el imperio, y que por sí tiene una señal cierta de bondad y grandeza de ánimo en la misma pobreza, por que es de algunos escarnecido. Ea pues, eligiendo á éste, hagamos ver á todos los hombres que valemos más que los Españoles y Lusitanos para nombrar un emperador.»