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VIDA Y FILOSOFIA DE LEIBNITZ13

VIDA Y FILOSOFIA DE LEIBNITZ 13 de una unidad: el alma humana. Por analogía, pues, obtenemos una idea de la fuerza y de la unidad en general. Unidad es percepción; fuerza es apetito o, más bien, apetición, como suele decir Leibnitz. La mónada posee percepción y apetición, y, como es simple, no puede originarse ni cesar de existir, a no ser por creación o aniquilamiento. La materia es infinitamente divisible; luego el universo se compone de un número infinito de mónadas o substancias simples, cada una de las cuales tiene su naturaleza propia y sus propias determinaciones. La mónada posee percepción; esto es, especifica su ser en cambios sucesivos, internos. Las percepciones son claras u obscuras, distintas o confusas; la percepción clara es la que distingue su objeto de los demás; obscura, la que no lo distingue; distinta, la que discierne los detalles o componentes del objeto; confusa, la que no los discierne. Estos grados de la percepción culminan en la apercepción, que es una percepción distinta, acompañada de conciencia y memoria. El alma humana, además de muchas percepciones obscuras y confusas, suele tener apercepciones. El cuerpo o materia, no. Leibnitz ha escrito: Onme enim corpus est mens momentanea seu carens recordatione. Todo cuerpo, efectivamente, es un espíritu momentáneo, o sea que carece de recuerdo.

Si la percepción, en la mónada, se define por analogía con el espíritu humano, la apetición se define a su vez por analogía con la voluntad; es un esfuerzo por pasar de una percepción a otra,