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Y ahora la lengua materna llegaba por sí sola hasta él, surcando el Océano, buscando al solitario hasta el otro hemisferio! ¡Oh querida, adorada, hermosa lengua!

Los sollozos que agitaban el pecho del viejo po; laco no eran fruto de su dolor, sino de un amor inmenso, repentinamente despertado, al lado del cual todo otro sentimiento desaparece... Con su llanto violento Skawinski imploraba perdón a la querida, a la lejana patria por haberse vuelto tan viejo y haberse identificado de tal suerte con su peñasco que todo lo demás había desaparecido de su corazón, y que hasta la añoranza había estado a punto de desvanecerse por completo. ¡Y hete ahí que ahora, por milagro», sentíase también conducido al patrio hogar»»!

Los minutos pasaban uno tras otro, y el viejo permanecía allí, tendido en la playa, inmóvil.

Revoloteaban las gaviotas alrededor del faro, lanzando de vez en cuando fuertes chillidos, cual si se sintieran inquietas por la suerte de su viejo amigo. Era la hora en que el torrero solía distribuir a aquellas aves los restos de su comida, y algunas de ellas bajaron de lo alto de la torre hasta la playa; otras bajaron luego, y otras, y otras, y empezaron a picotearlo ligeramente, batiendo sus blancas alas por encima de su cabeza, hasta que, por último, le despertaron.

Después de aquellas abundantes lágrimas, invadió al viejo como una ola de sosiego y de serenidad; sus pupilas brillaban de inspiración; echó