Página:Liliana - El torrero - Yanko - Sueño profético (Narraciones).pdf/77

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
77
 

cida de que será tan bondadoso que sólo me castigará a mí.

La tranquilicé diciéndole que el amor es como un ángel, que nace de dos almas humanas y que se eleva hasta Dios para llevarle las alabanzas de la tierra, y ya no se habló más de aquellos escrúpulos suyos.

Por otra parte, los preparativos para la marcha, el abastecimiento de los carros y de las bestias y otras mil ocupaciones más me tenían constantemente separado de Liliana.

Llegado finalmente el momento de partir, con lágrimas en los ojos nos alejamos de aquel delicioso delta, donde tan felices días habíamos pasado. Pero al contemplar de nuevo la caravana, extendida a lo largo de la estepa, aquellos carros uno tras otro y las ringleras de mulos delante, sentí cierto consuelo pensando que el término del viaje se aproximaba cada día más, y que dentro de algunos meses habríamos visto ya California, hacia la cual tendían nuestros anhelos y nuestros afanes.

Los primeros días de marcha fueron, sin embargo, muy felices. Desde el Misurí hasta el pie de las Montañas Rocosas, la estepa, a grandes, a inmensos trechos, sube constantemente, por lo cual los animales de tiro avanzan con lentitud. Además de esto, no podíamos aproximarnos al gran río Platte, porque, aunque pasada ya la crecida, estábamos en el tiempo de las grandes cacerías de primavera, y un gran número de indios rondaba por las cer-