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Página:Literatura argentina - Juan Antonio Argerich.pdf/23

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suposición de cuantos escribimos para el público con el deseo de ser leídos. Excuso detenerme en ello. Andrado, dígase lo que se diga, es un gran poeta y, si éste no lo es, no tenemos ninguno grande. Lástima que en su existencia combatida, no tuviese tiempo ni voluntad para entregarse al cultivo serio del arte. Yo sé que tomó elementos de Hugo, yo sé que se apoderó de alguna imagen ó metáfora de Martínez Monroy, sé que algo debe á los poetas de México; sé que es discutible su afán de exponer síntesis históricas, falsas en el fondo á veces y deficientes en el detalle, lo que acaso, para el lector ilustrado, haga resaltar más los defectos de la tesis sostenida y que, como tesis, es ajena á los fines mismos del arte; sé que su doctrina del progreso indefinido es falsa; sé que no determina bien los gloriosos pasados de las razas; pero sé también que nunca en tierra de América ha florecido poeta de más altos vuelos y de más soberana inspiración. No es propiamente un lírico. Hay, en sus cantos más personales, entonaciones épicas que llaman á la vida de la idea y de la gloria como si fuesen toques de clarín que llamasen al combate.