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Página:Literatura argentina - Juan Antonio Argerich.pdf/25

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oyó los versos de La Atlántida y jamás ovación más grande recibió un poeta en tierra americana. No era la voz del ruiseñor, no eran los cantos del zorzal ni del boyero: eran los aleteos del cóndor, los fuertes aleteos, y las excursiones frenéticas por la inmensidad. Había en aquella catarata de imágenes colosales y de metáforas atrevidas, algo del vértigo que debieron experimentar los que vieron correr por los campos el potro desbocado de Mazzeppa.... «Ils vont.... L'espace est grand.... Il se réléve roi....» Aquella noche inolvidable, Andrade se levantó rey y nunca olvidará el que estas líneas escribe, la emoción del artista y el modo como temblaba, cual si fuese un niño, al escuchar las aclamaciones del gentío frenético, el tímido, nervioso y sublime cantor de Prometeo!

Después... Los otros viven todavía ó se han ido jóvenes, muy jóvenes....—Carlos Guido Spano, sobre quien he manifestado en otra parte toda mi opinión, y que será siempre aplaudido por su Pater Carísimo, por los versos á su hija, por las dulces estrofas de Al pasar. Le falta frescura, le sobran relieves de Dios diciendo versos; es, en mi entender,