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Página:Literatura argentina - Juan Antonio Argerich.pdf/26

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más artífice que artista, pero es innegable la seducción que consigue realizar con sus perfectas flores de artificio. Ricardo Gutiérrez, admirable en sus versos de pasión, jefe de toda una escuela (sus discípulos han sido su maldición,—imaginen ustedes los sonidos nasales de una jauría de perros constipados);—autor de la «Carta á Lucía», que son los versos amorosos más sentidos que se han producido desde el Plata hasta Panamá y de muchas otras composiciones valiosas que han llevado entre aplausos su nombre á los mundos todos del habla castellana. Hay en sus estrofas un soplo vital indecible, un atractivo que no sabría yo explicar satisfactoriamente, pero que circula por en medio de esos cantos que se insinúan en el alma y la llenan de calor, de calor artístico, no obstante ser una contemplación triste y empapada en lágrimas de la vida pasajera. Cuando leo los versos de Gutiérrez, cuando me domina el cuadro del convento ensangrentado, en el estallido de las pasiones de Ezequiel; cuando vibra la plegaria y el canto de agonía se levanta místico y tenue, yo me le abandono por entero, en la exigüedad de mi crítica, y me