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los juegos daba al olvido;
la oración era su gloria...
(Haciendo las inflexiones de voz del que se identifica
en el relato.)
y añade además la historia
que á Felicia cierta noche
le habló el céfiro al oido.
Desde entonces la veia
orar ante un crucifijo
su madre amorosa y bella,
sin que en la comarca aquella
nadie sepa todavía
lo que el céfiro le dijo.
Felicia se puso enferma:
su madre fué de ella en pos
y oyó á la niña con miedo
decirle quedo, muy quedo:
—«Tal vez hoy mismo me duerma
para despertar con Dios.»—
Llora toda la comarca
por la madre que perdió
su mas preciado tesoro,
y esclaman todos á coro:
—«Nos queda en la tierra el arca,
pero la joya... ¡ya no!»—
Todo era luto, y en tanto
que sollozaba y gemia
aquella madre amorosa,
una blanca mariposa
á enjugar su acerbo llanto
del impíreo descendía.
(Diego vuelve á fijarse en una de las mariposas que
vagan en torno del huerto.
¡Inesperada noticia!
La pobre madre leyó
en las alas de oro y nieve