EL ALMA DE LA MUJER 135
medicina, porque gracias a ella puede la mujer proporcionar alegrías, aliviar dolores y acrecentar la vida que la rodea. La agricultura, porque requiere amoroso cuidado y esa preocu- pación constante, esa intuición, esa pasión por la actividad que la mujer siente por instinto y, además, porque se aseme- ja a la puericultura que es su principal misión en la tierra. La enseñanza, porque no sólo puede utilizar en ella todos sus instintos intelectuales y morales, sino también desfogar su ansia de mando—de ser la primera—, que es en ella tan poderosa. La literatura, en fin, por ser la única arte abstracta que se puede transformar en concreta y que permite hacer autopsicología y crear vida y vida inmortal, continuar vi- viendo con los personajes de la fantasía como con las per- sonas vecinas, desahogar en ellos los propios sentimientos y revelar por su medio la fuente de los propios goces y pesa- res, Que la mujer, hasta cuando no escriba novelas, las sueña y las vive.
Pero sobre todo, el espíritu de observación de la mu- jer, su pasionalidad, hácenla soberana en esa esfera que hoy parece desdeñar más, pero que es en realidad la suya por ex- celencia: la esfera de la maternidad y el gobierno de la casa.
A
La pasión que siente la mujer por los seres vivos, o por las cosas que ella vivifica, el intenso placer que experimenta cuidándolos, multiplicándolos y mejorando sus condiciones, unidos a su actividad, a su ya indicado espíritu de obser- vación, reciben en el campo intelectual la aplicación más cum- plida de su inventividad, en su ingenio práctico que es, sin duda alguna muy superior al del hombre.
El- vulgo engáñase fácilmente sobre el particular, por ser contadísimos los nombres de mujeres que van uni- dos a inventos registrados. Pero eso no depende del menor número de sus descubrimientos o de su menor importancia, sino más bien del poco valor que ella concede a sus inven- tos; del restringido espacio que abarca su esfera de acción, de la dificultad con que tropieza una pobre mujer para re-
