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EL ALMA DE LA MUJER 203 tales, que puedan acumularse en ella, sino algo personal, in- dependiente, caprichoso, en que a veces perjudica lo mucho, resultando, en cambio, muy a propósito lo poco; algo cuyos ingredientes pueden ser los más opuestos, entrando hartas veces por mucho, en su composición, las penas mismas y los sobresaltos y dolores. El ser amado, aunque resulte mate- rialmente más conveniente, no sacia el instinto de quien quie- re amar, instinto que es un misterio para nosotras mismas, las mujeres, pero que no habrá razonamiento ni interés al- guno que sea parie a borrarlo de nuestras almas. El placer engéndrase únicamente de la satisfacción de los instintos, y el instinto altruístico sufre cuando se ve combatido, ni más ni menos que con el instinto egoístico sucede. Aun cuando el interés de la mujer quedase asegurado mediante la igualdad en el amor, no por eso habríase acrecido su felicidad. La mu- jer querría que el hombre fuera de otro modo, pero lo ama tal cual es; y cabe preguntar: ¿lo amaría lo mismo si fuera igual a ella? Las mujeres modernas no son todas las muje- res. Hay otras muchas que aun conservan inmutables los an- tiguos instintos. Y los goces vitales que las otras les prome- ten, la libertad, la independencia, y la ausencia de preocupa- ciones. no habrán de compensarlas de esa renuncia a que las obligáis, con respecto a los desvelos de la maternidad, de esa obligación de que las eximís, de una moral superior que les imponga el deber de compartir con los demás los tesoros de afecto y abnegación que encierran en su alma, aunque no alcancen reciprocidad.

—Pero nosotras no queremos sofocar esos instintos en la que los tenga—dicen las modernistas. — Lo que queremos es libertad para todas: Queremos que cada cual pueda hacer lo que desee, que la coqueta coquetee, y que la que guste de sacrificarse. se sacrifique—. Solución ideal, verdaderamente, que no habrá quien no desee, pero que presupone un mundo abstracto, poblado de hombres y mujeres sueltos, cuyos actos no chocan entre sí; un mundo poblado de hombres y muje- res;indiferentes a las humillaciones que puedan imponerles los demás, y en el que no existan ni amores ni celos; un mun- do en que la mujer que se sacrifica no sufra lo más mí- nimo cuando la coqueta le quita su amor; en que la virtud