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EL ALMA DE LA MUJER _ _ % ra alcanzar el fin de la pasión, ya que no sabemos cuál será la meta que, una vez alcanzada, nos proporcionará goce ma- yor, ni qué goce podremos gustar, no en el presente, sino en el futuro. De suerte que la mujer no cuenta con ningún cri- terio para distinguir conscientemente lo que le conviene de lo que la perjudica, y como no haya quien elija por ella, ha- brá de andar perpleja y desorientada, de acá para allá, siguien- do, ya a sus intuiciones, ya a su pasión predominante, varian- do idea a cada momento.

Reconcentrando como lo hace su pasión, esto es, su goce en el amor de los demás vivientes que fuera de ella radican, hállase la mujer en la imposibilidad absoluta de conseguir por sí sola, directamente, con sus propias fuerzas, con su 1a- lento y sus medios exclusivos, el objeto de su: pasión. Por su fatal amor a los demás, depende la mujer fatalmente de ellos.

Con constancia y trabajo puede lograr el hombre rique- zas, estimación, comodidades, honores, conseguir la satisfac- ción de los sentidos que perseguía, ver realizados los idea- les de arte o de política que se forjó allá en su mente. El hom- bre puede alcanzar directamente todas las finalidades de su pasión. Pero la mujer no cuenta con medio alguno fijo, pal- pable, para llegar a ellas. El afecto de los demás, de aquellos que la rodean, hállase ligado a un capricho de la suerte: na- cer la primera o la última, en esta o aquella circunstancia, ser más o menos expansiva o más o menos guapa, atesorar con- diciones que llamen más o menos la atención, encontrar más tarde o más temprano el hombre capaz de comprenderla: Su vida radica en manos de la casualidad. La mujer no puede con su voluntad, con actividad, con sus méritos, con su tra- bajo, conquistar directamente el afecto de quienes la rodean, como éstos de por sí no se lo profesen. El amor no se com- pra, el amor es desinteresado; pero, ¿qué tragedia representa este capricho del amor para la mujer, que hace del amor la fe- licidad de su vida?... $

Mas no se limitan a eso sólo las fatales tragedias que sobre ella se ciernen. Cifrando el centro de su vida en otros seres vivos—que radican fuera de ella y cuyas pasiones e in- tereses han de ser por fuerza distintos de los suyos—+encuén- trase la mujer en la trágica situación de no poder conciliar ja- más sus pasiones con sus intereses,