Página:Lombroso El alma de-la mujer.djvu/53

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

Li ALMA DE LA MUJER 51 AAA RARA RAND DADA

chinas a las taciturnas, taciturnas a las parlanchinas, activas a las indolentes, y viceversa, según y como sea la que habla; es decir, vanagloriarse de haber logrado imponer a las demás sus modos de ver las cosas, sus vicios y sus virtudes. En el fondo, hay en toda mujer una maestra latente.

No es raro ver a una madre que se arrojaría al fuego por su hija, ocasionarle los más crueles dolores y a veces malograr su evolución moral, material e intelectual, por im- ponerle sus gustos y tendencias.

La madre de Santa Catalina de Sena afanábase fervo- rosamente por despertar en su hija el sentido de las vanida- des mundanas y se desesperaba con la rebeldía de la joven, oponiéndose a sus intenciones de meterse de monja, con el mismo tzsón con que otras madres procuran apartar del mun- do a sus hijas y aficionarlas a la vida del claustro.

Doña Práxedes di Manzoni—-la digna esposa de don Ferrante—, tipo perfecto de la mujer del montón, de una moral corriente, era inclinada al bien; pero solía ocurtirle que confundía con el bien las fantásticas ideas de su magín, poniendo todo empeño en hacerlas triunfar. Tenía la tal señora cinco hijas, tres monjas y las otras dos casadas, y ella era el coco de los tres conventos y las dos familias, no dándose jamás por vencida en la tarea de vigilar, criticar y conducir al bien a todos sus deudos y allegados:

DESPOTISMO

Esta intolerancia conduce por grados insensibles al des- potismo, que se halla tanto más arraigado en la mujer cuan- to que en parte resulta necesario a sus principales funciones: la maternidad y la familia.

Para criar a un niño que ignora sus necesidades, no bas- ta suplantar su voluntad con la nuestra y pensar por él lo que más le conviene, sino que es menester imponerle nuestras resoiuciones. No se le va a consultar al niño si quiere o no darse el baño, si quiere o no esta papilla que a nosotros nos parece indicadísima; es menester darse traza de convencerlo y hacérsela tragar.

Otro tanto sucede con la familia. Para gobernar a una familia no se puede irle consultando para cada cosa a cada